"Viajan por el mundo, ¿Son millonarios?" |
Creemos que la continua complejización de explicar el sentido de la vida es un sinfín retórico, que nos lleva a un camino sin salida, camino en el sentido más amplio posible. A nuestro modo de ver, el camino puede tomar múltiples variantes, dentro de las cuales la que más se adecua a nuestro modo de vivir es la simpleza, del disfrutar de lo que tenemos y no de lo que podríamos tener, del estar aquí y ahora, del principio de que todo debe pasar, y la única certeza es que todo se mueve y cambia, por lo que es imposible mantener un sólo punto de vista de un hecho. Y así es como lo vivimos viajando en bicicleta, donde nuestras necesidades son simples: un lugar para dormir, comida y movernos. Para dormir tenemos nuestra gigantesca carpa, que nos hace sentir como en casa, lo único que no ha variado en estos meses, aunque es cierto que cada algunos días elegimos pasar noches en casas y, como nuestro presupuesto es ajustado, nos dejamos seducir por la increíble hospitalidad local, que en muchos casos nos ha llevado a dormir bajo confortables techos, compartiendo comidas e historias, en muchas ocasiones sin siquiera hablar el mismo idioma. ¿Así de simple? Sì, porque aunque es necesario destruir arraigados prejuicios, la gente en su inmensa mayoría es buena y quiere ayudar, conocernos y compartir, siendo nosotros quienes cerramos las puertas a estas posibilidades,muchas veces por culpa de nuestros valores y miedos los que nos hacen distanciarnos de la persona extraña que nos cruzamos en el camino. En la práctica, un simple “Hola” o “Buenos Días”, puede cambiar radicalmente el trato de un lugareño a un extranjero y viceversa. Viajando en bicicleta preferimos saludar de más a de menos, y descubrir cómo un rostro marchito cambia del sol a la tierra con sólo pronunciar una palabra.